Gastronómiah

Gastronomía alternativa y cotidiana

Sunday, April 01, 2007

Proust, belleza femenina 9, excusa, ficción.

I.- En busca del tiempo perdido

En otra oportunidad aclaré que cuando comento algún libro, no es mi intención hacer crítica literaria, sino simplemente hablar de cosas que no encuentran mesa propicia en los ámbitos que frecuento. Pues bien, terminé de leer "Sodoma y Gomorra", cuarto volumen de "En busca del tiempo perdido" de Proust. Es decir, sólo el cuarto libro, justo el del medio, me faltarían los tres primeros y los tres últimos, suponiendo que encuentre el momento y las ganas de continuar, después de todo ya tengo la "visión promedio" (para probar una sandía basta calarla, pero para disfrutarla hay que seguir comiendo, aunque también ¡hay tantas frutas al alcance de la mano y tan poco tiempo!). Elegí ese volumen porque tenía en la librería un saldo a favor, contaban con el primero y el cuarto y este último era el que más se adecuaba al monto del crédito. El dinero mueve al mundo, dicen, y aquél determinó que elija justo la parte central de la novela; pero el "poderoso caballero" es engañador, tal vez no deba hacer caso de promedios, quién puede juzgar adecuadamente el cajón probando una sola manzana. Hacía mucho que tenía ganas de leer "En busca..."; cuando a un libro muchos le han colgado el cartelito de "obra fundamental", me suele producir sensaciones contradictorias: "esto lo tengo que leer, me lo estoy perdiendo", y también "por qué leer esto, estoy perdiendo tiempo que podría ser mejor vivido". Pero suelo confiar en otros poderosos damas y caballeros, y si quienes me deslumbraron con lo que han escrito, cuentan a su vez quiénes los han deslumbrado, me suelo dejar convencer.
La lectura me resultó bastante ardua, con sus largas oraciones, quebradas por digresiones donde se cuelan continuas metáforas y comparaciones. Sin dudas me deslumbró, con sus descripciones minuciosas de los sentimientos de los personajes y de la sociedad en la que actúan. Digo que me deslumbró, pero no me apasionó, aunque estoy releyendo algunas partes. ¿Pido mucho? No creo, ya dije que no quiero perder tiempo, y aunque leer "En busca del tiempo perdido" no fue precisamente malgastarlo, al leer siempre es preferible enamorarse del todo, igual que en la vida. Desde hace algún tiempo tomé la costumbre de hacer anotaciones en los libros que leo, usualmente no pasan de subrayar una frase o marcar un párrafo, anotando luego en la contratapa los números de las páginas respectivas. En el caso de "En busca..." no marqué nada, lo que no quiere decir que no hubiera nada que destacar, tal vez había demasiado, como dije la lectura fue trabajosa, el tipo reflexiona, y reflexiona, y reflexiona, tiene un ritmo constante, lo que personalmente rescato es eso: el texto es como la vida misma, fluye como ella, me queda el disfrute del transcurrir de su lectura, como navegar un río tranquilo y profundo (y uno realmente se siente como si estuviera veraneando en la imaginada Balbec), pero me enamora más el terrible río del "Heart of darkness" de Conrad, cuya contratapa quedó llena de anotaciones, alguna deslizada luego en este blog: "Vivimos como soñamos..., solos" ("y sin embargo el amor", le contestaba yo a Conrad, aunque como siempre, de una u otra forma, te escribo a vos, Negrita, y aprovecho ahora para decirte una vez más que te amo).
Tal vez de la relectura sí me surja agarrar el lápiz y garabatear la contratapa...

II.- Belleza femenina 9

"Dicen que el amor hace a las personas generosas. No sé, no sé; a mí sólo me hizo generoso con Nuria, nada más. Con el resto de la gente me volví desconfiado y egoísta, mezquino, maligno, tal vez porque era consciente de mi tesoro (de la pureza inmaculada de mi tesoro) y lo comparaba con la putrefacción que los envolvía a ellos. En mi vida, lo digo sin miedo, nada hubo semejante a las meriendas-cenas que tomamos juntos en las escalinatas que descienden del Palacio al mar. Ella tenía una manera, no sé, única, de comer fruta con los ojos perdidos en el horizonte. Aquellos horizontes de auténtico privilegio. Casi no hablábamos. Yo me acomodaba un escalón por debajo y la miraba, aunque no mucho, mirarla demasiado era doloroso, y bebía mi té con delectación y parsimonia. Nuria tenía dos chandals, uno azul con rayas diagonales blancas, el oficial, creo, del equipo olímpico de patinaje, y uno negro ala de cuervo que resaltaba su pelo rubio y su cutis perfecto, arrebolado por el esfuerzo, de muchacha de Botticelli; éste último era un regalo de su madre. Para no mirarla a ella yo miraba los chandals y aún recuerdo cada pliegue, cada arruga, lo abombado que estaba el azul en las rodillas, el olor delicioso que desprendía el negro sobre el cuerpo de Nuria cuando la brisa del atardecer nos evitaba cualquier palabra. Olor a vainilla, olor a lavanda. A su lado, por supuesto, debí desentonar. A nuestras citas diarias yo acudía directamente del trabajo, no lo olvidéis, y a veces no tenía tiempo de quitarme el traje y la corbata. Otras veces, cuando Nuria tardaba en aparecer, sacaba del maletero unos pantalones vaqueros y una camiseta deportiva gruesa y holgada, una Snyder americana, y me cambiaba los zapatos por unos mocasines Di Albi que se llevan sin calcetines, aunque a veces olvidaba quitármelos, todo esto bajo el parral, sudando y escuchando el ruido de los insectos".

Roberto Bolaño, "La pista de hielo"


III.- Gastronómiah

Los fines de semana se me está dando por lo manual. No es lo que estás pensando, me refiero a que anduve haciendo pan árabe, tacos, panqueques, budín de pan, todo a ojo, así nomás, con la ayuda de mi hija. Ella celebra cómo doy vuelta los panqueques en el aire y llama a sus hermanitos para que lo vean, como si fuera un asombroso malabarista de semáforo. A veces me agarran estos mambos artesanales, después se me van rápido, tal vez se disuelvan solos, aunque creo más bien que son desplazados por la realidad o la irrealidad de los días hábiles, que es más o menos lo mismo.


IV.- De fuerzas y debilidades

Sintió nuevamente el sabor de la humillación en la garganta, en el pecho, impidiéndole articular palabra, congelando sus movimientos, sentía que no estaba hecho para el heroísmo cuando simplemente hacía lo que podían sus fuerzas, no imaginaba la cobardía de quien lo desafiaba y nunca supo si la valentía tenía medida, no creía en un Dios que fuera testigo de un heroísmo cotidiano, lo que no tenía la menor importancia porque, como él, ella tampoco distinguía entre valentía y fuerza, y así fue que ni siquiera eligió un lugar para su último momento, en el armario de su dormitorio estaba el revólver que había dejado su primo y allí mismo se voló la cabeza de un balazo.

Saturday, March 24, 2007

Lectura, trenes, giganta

I.- Gastronomía animal

"Sus pensamientos eran pensamientos rojos, sus dientes eran blancos" (Saki, Sredni Vashtar).


II.- Apuntes de viaje

Me da mucha pena ver por todo el país ramales de ferrocarril abandonados. Ya es típico ver pueblos en los que las viejas estaciones son ruina y olvido, grieta y yuyo; otras tuvieron un destino más digno y se transformaron en centros culturales o dependencias municipales junto a las vías oxidadas. Siempre me gustó viajar en tren (hablo de viajes largos y en plan de vacaciones, prefiero olvidarme del diario ir y venir en trenes suburbanos que sufrí antes de vivir en Capital, aunque sean añorables los viajes adolescentes colgado del estribo o subido a la locomotora misma). Hay tres trenes (tres tristes tigres...) que recuerdo particulamente: el que va a Mar del Plata, el tramo rionegrino del que va a Bariloche (¿todavía funcionará?) y la "Trochita" patagónica.
Este último lo tomé una vez, cuando todavía andaba "en serio" en todo su trayecto y no como paseo turístico. ¡Tardó veinticuatro horas de Esquel a Jacobacci! Bajábamos en las estaciones a buscar ramitas secas, cualquier cosa que arda en las salamandras de los vagones, que venían provistas de un carbón pulverizado y casi imprendible. Del paisaje me acuerdo en realidad hasta El Maitén, ya que después alguien me dijo: "vení para el último vagón", que se venía sacudiendo porque estaban cantando y saltando y donde corría el vino más que en las cataratas. Cuando el Chueco me vio, me dio un abrazo y dijo: "poné la mano que tengo algo para vos". Y fue contando pastillitas, uno, dos, tres... así hasta quince, y me las mandé de un solo trago con bastante tinto, al que le seguimos dando. Después me acuerdo de poco, discutimos y casi me agarro a piñas con alguien y terminamos abrazados como hermanos, cantando, hasta que me pudrí y volví a mi vagón, uy mirá quién volvió, cómo estamos ¿eh?, habré andado algunos kilómetros con medio cuerpo afuera de la ventanilla, como cabalgando o volando por la estepa, recuerdo el vapor de la locomotora, el viento y el paisaje desolado, los vómitos... me tiré al piso del pasillo, nada más hasta Jacobacci, donde después de viajar en "el trocha" los trenes comunes parecían inmensos.
Segundo tren: el paisaje desértico del tramo rionegrino del Roca era una alucinación; veníamos con las ventanillas cerradas pero en los pliegues de las mangas de la campera se acumulaba un polvo fino como talco, lo sacudías y a los diez minutos se te llenaba de vuelta. Dormíamos en los portaequipajes, ante la resignación del guarda que nos hizo bajar un par de veces. A varios después los bajó la cana en serio en Pedro Luro, a mitad de camino entre el Negro y el Colorado, se habían peleado o algo así. Me encantaría en este momento tomar agua de la bomba manual de Nahuel Niyeu (¿o era Aguada Cecilio?), me voy a cebar unos mates que es más o menos lo mismo.
Si hay otra vez, creo que tendría que viajar en ellos más despejado, atento, como viajaba en el tercer tren, el de Mar del Plata, que para mi visión infantil era un destino en sí mismo, una cabalgata por las pampas, la llanura donde el cielo es el paisaje.


III.- Belleza femenina 8

La giganta (Baudelaire)

Cuando Natura, en su brío poderoso,
Concebía a diario monstruosas criaturas,
Vivir habría querido cerca de una giganta
Como al pie de una reina un gato ronroneante.

Habría visto su cuerpo florecer con su espíritu
Y en libertad crecer con sus juegos terribles;
Sabría si el corazón guarda una llamarada,
En las mojadas nieblas que bogan por sus ojos.

Recorrer, al azar, sus magníficas formas;
Escalar las vertientes de sus piernas enormes
Y, acaso, en el estío, cuando soles malsanos

La tumbaran rendida en mitad de los campos,
A la sombra de su seno dormitar sin cuidado,
Como escondida aldea al pie de una montaña.

Saturday, March 10, 2007

Magia lepidóptera y efectos nocivos del Jägermeister

I.- Magia

Leí alguna vez que las mariposas son sensibles a la contaminación y tienen un sentido del olfato muy desarrollado, y que por ello su presencia es señal de que el aire no está contaminado. Sin embargo, desde hace algún tiempo estoy viendo mariposas en Buenos Aires. Mariposas lindas, de colores, no esas polillas grandotas que pululan a veces. Incluso vi una esta semana dentro de un vagón del subte (instante mágico, con una multitud de gente apretujada y ceñuda y dos o tres pavotes/as sonriendo mirando la mariposita posada arriba de la puerta). Como nuestro aire citadino muy puro no parece, supongo que la afirmación científica no tenía demasiado sustento. ¿O será que hay mariposas que se aporteñaron y están ahora acostumbradas al humo de autos y colectivos y hasta se animan a viajar en subte? Ojalá, estoy necesitado de magia...

II.- Los efectos nocivos del Jägermeister

Anoche probé el licor Jägermeister (lo están promocionando, te lo dan en una especie de tubo de ensayo), me hizo acordar a los caramelos "Media Hora". No está tan mal, pero tratándose de bebidas destiladas, prefiero lo seco o lo amargo, y si bien este licor tiene su amargor, es un poquito dulzón para mi gusto. ¿Digestivo? Puede ser, el sushi de anoche no me produjo ningún efecto gástrico colateral, es más, acabo de componer un haiku: Por las cloacas/el sushi de la noche/ya se ha ido. Quedó más "escatológiah" que "gastronómiah", pero bueno, disculpen, poeta no soy, y los arranques de inspiración, buenos o malos, hay que plasmarlos. Consejo obvio: no se tomen el Jägermeister después de clavarse unos vinos, porque si no les va a doler la cabeza como a mí en este momento o, lo que es peor, se les va a dar por componer haikus.

Sunday, March 04, 2007

Negrita, bifes a la criolla, Proust

Mi Negrita llegó y dijo: "Si hay algo que no tolero en este momento de mi vida es que me hagan perder tiempo".
Qué más puedo decir. Nada. Que estoy haciendo bifes a la criolla. Que después de una larga etapa de relecturas, justamente estoy leyendo por primera vez En busca del tiempo perdido y que lo empezé por el cuarto volumen. Nada, qué se yo.

Wednesday, February 21, 2007

I.- Puntos de vista. II.- Variedad. III.- Belleza femenina 6. IV.- Belleza femenina 7.

I.- Después de un mes de vacaciones, se viven distintos regresos: unos abruptos –el trabajo, la ciudad, la rutina-, otros graduales, como té que se enfría de a poco, y otros que simplemente se postergan hasta cierto momento, oportuno o no, como volver a escribir en el blog.
La tranquilidad bajo una parra en Punta del Este, ciudad de hortensias, hibiscus y agapantos, quedó en el pasado.
Pero mi mirada de turista todavía no se apagó en Buenos Aires; aunque ya sufro sus penurias urbanas, aún puedo ver sus bellezas. Como el carnaval resucitado en las murgas porteñas; vi menos de las que pensaba porque anduve enfermo, pero febrero aún no terminó...

II.- La excusa del blog es la gastronomía cotidiana, así que más que de la ciudad de hortensias, hibiscus y agapantos, se supone que tendría que hablar de la ciudad de pamplonas, chotos y martín fierro. No comí demasiados frutos del mar, con los chicos la mejor opción era una parrilla que me quedaba cerca y que tenía juegos inflables, muy buen asado y precios acordes a los nuestros. Si te ibas más para la península, te cobraban el doble y la calidad era menor...
El vino fino obviamente está más caro (qué bueno el tannat) pero no entiendo por qué está también cara la cerveza. Pilsen, Patricia, Zillertal, que acá tengamos más variedad no quiere decir que tengamos mejor cerveza.
El vicio matero lo fogoneé con Sara y Canarias, traje algo de provisión para variar las nuestras. Qué tema las yerbas, cómo varía la calidad de las distintas partidas de la misma marca. Como con casi todo, lo mejor es ir variando.

III.- "Fijamos una cita y, cuando creíamos –por la descripción hecha o el recuerdo personal- ir a ver al hada Viviana, nos encontramos –tal vez sin que haya cambiado- con el Gato con Botas. Aun así, le damos cita para el día siguiente, pues no deja de ser ella y a quien deseábamos era a ella. Ahora bien, esos deseos de una mujer con la que hemos soñado no hacen absolutamente necesaria la belleza de determinado rasgo preciso. Esos deseos son sólo el deseo de determinada persona: vagos como perfumes..." (Marcel Proust, En busca del tiempo perdido IV – Sodoma y Gomorra).

IV.- "Ayudándose con las rodillas, trepó por el cuerpo de K con la boca abierta; K la miró consternado, ahora que estaba tan cerca notó que emanaba de ella un olor amargo y excitante, como a pimienta. Ella tomó la cabeza de K. la dobló sobre su hombro y le mordió y le besó el cuello, llegando a morderle también los cabellos.
–La ha sustituido por mí –exclamaba ella-, ve, ¡la ha sustituido por mí!
Sus rodillas resbalaron y cayó hasta casi tocar la alfombra, lanzando un pequeño grito. K la abrazó para sostenerla, pero ella lo arrastró hasta el suelo" (Franz Kafka, El proceso).

Saturday, January 06, 2007

uruguay

Vuelvo en febrero...

Friday, December 22, 2006

I.- Rituales. II.- Belleza femenina 1. III.- Belleza femenina 2.

I.- Adoro y sigo montones de tradiciones simples y cotidianas, como si fueran rituales atávicos, pero en la libertad de celebrarlos y aun de modificarlos encuentro su goce.
"El mate se ceba amargo", dicen, y pese a que yo lo tomo únicamente amargo, no diría que esa es la forma de tomarlo. No me gusta el mate dulce, peor aun con edulcorante, pero tomalo como quieras. Y no me digas como cebarlo.
Yo lo cebo con ciertos rituales que algunos ven como manías, con tradiciones que me vienen de varias fuentes, que se fueron entrelazando. Si no te gusta, cebate vos.
"Ustedes no saben comer polenta, la polenta se come durita, bien seca, y no se come con cubiertos, ¿ves? se corta así con el piolín", dice el tano. Te podría decir "qué saben ustedes de polenta si el maiz es americano", pero no, me parece muy bonita tu tradición, pero dejame a mí con mi polenta suave y cremosa, rebosante de salsa con carne picada a cuchillo.
Esto se hace así, esto se come así, esto se prepara así...
Como si no hubieran infinitas formas de hacer las cosas, como si debiéramos guiarnos por rituales inmodificables, como si no debiéramos confiar en nuestros gustos, particulares, propios, únicos.


II.- "...un hombre enamorado de una mujer, que sabe por un lado que no puede vivir sin ella y al mismo tiempo sabe que esa mujer no es especialmente memorable, digamos, para su madre, para sus primas, para la mucama, para la costurera, para las amigas; sin embargo, para él, esa persona es única".

(Jorge Luis Borges, en una conferencia).


III.- "El Maestro Almendro tiene la barba rosada, fue uno de los sacerdotes que los hombres blancos tocaron creyéndoles de oro, tanta riqueza vestían. Al llegar la luna del Búho Pescador (nombre de uno de los veinte meses del año de cuatrocientos días), el Maestro Almendro repartió el alma entre los caminos. El más veloz, el Camino Negro, el camino al que ninguno habló en el camino, se detuvo en la ciudad, atravesó la plaza y en el barrio de los mercaderes, por un ratito de descanso, dio el alma del Maestro al Mercader de Joyas Sin Precio.
Al saber el Maestro lo que el Camino Negro había hecho, tomó naturaleza humana nuevamente. Y guiado por las sombras, en el barrio de los mercaderes encontró la parte de su alma vendida por el Camino Negro al Mercader de Joyas Sin Precio. La guardaba en el fondo de una caja de cristal con cerradores de oro. Sin perder tiempo se acercó al Mercader, que en un rincón fumaba, a ofrecerle por ella cien arrobas de perlas.
El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Cien arrobas de perlas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
El Maestro aumentó la oferta. Los mercaderes se niegan hasta llenar su tanto. Le daría esmeraldas, grandes como maíces, de cien en cien almudes, hasta formar un lago de esmeraldas.
El Mercader sonrió de la locura del Maestro. ¿Un lago de esmeraldas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
Le daría amuletos, ojos de namik para llamar el agua, plumas contra la tempestad, mariguana para su tabaco...
El Mercader se negó. Sus joyas no tenían precio, y, además ¿a qué seguir hablando?, ese pedacito de alma lo quería para cambiarlo, en un mercado de esclavas, por la esclava más bella".

(Miguel Angel Asturias, "Leyendas de Guatemala").

Sunday, December 10, 2006

homeopatía

I.- El Gato Dumas, bastante chanta él, que en paz descanse, (más chanta es Francis Mallman, mirá que hacer un programa de media hora para tirar unas papas y otras verduras directamente a las brasas, muy típico cocinar al rescoldo, pero "enseñar" a hacerlo por la tele...), decía que el vino con soda era la más típica bebida argentina y que él usaba buenos vinos para la mezcla. Pero de ahí a sostener que hay que usar vino fino, hay toneles de distancia. Desde este humilde sitio, reivindico también el vino con soda como bebida veraniega, aunque no reniego de la imperial Coca Cola. Amante de la cerveza como soy, igualmente suelo preferir acompañar la pizza con Coca. En ocasiones se me da por tomar bebidas diluídas en agua en proporciones casi homeopáticas: apenas un chorrito o unas gotas de vino, jugo, lo que fuere, en agua. Sobre todo con vino. Y tinto. Al yogur bebible, le echo agua. Dejar que el sabor sea un mínimo matiz, agua de trapo, jugo de paraguas. Casi una experiencia filosófica. Como mirar media hora a un tipo por la tele hacerse unas verduras al rescoldo, soñando con la nieve. Luego de la dilución, el vino sigue teniendo una presencia digna; los cítricos también; la cerveza, diría que no... y la Coca, obviamente no.
Jugo de naranja, vino tinto, agua, limón, hielo... Sangría homeopática, que le dicen, nada mal.

II.- "El muchacho se quedó quieto, mirando el río. Sobre un afloramiento de limo, una rana, parda como la primera, con los ojos redondos bajo las arcadas salientes, parecía estar esperando. La piel blanca del buche palpitaba. La boca cerrada formaba un pliegue de escarnio. Pasó un tiempo y ni la rana ni el muchacho se movían. Entonces él, desviando con dificultad los ojos, como para huir de un maleficio, vio al otro lado del río, entre las ramas bajas de los salgueros, aparecer una vez más a la muchacha. Y nuevamente, silencioso e inesperado, pasó sobre el agua el relámpago azul" (José Saramago, "Desquite").

III.- "Estuvimos en viaje dos meses pues hay ochenta y cuatro leguas desde donde dejamos los cuatro barcos hasta donde viven los Timbúes. Estos llevan a ambos lados de la nariz una estrellita, hecha de un piedra blanca y azul, y son gente de cuerpo grande y fornido. Las mujeres son horribles y, tanto jóvenes como viejas, tienen la parte baja de la cara llena de rasguños azules. (...) Los Mocoretás nos recibieron bien a su manera y nos dieron la carne y el pescado que necesitábamos durante los cuatro días que con ellos quedamos. Habitan la otra orilla del Paraná, o sea en la orilla derecha, y hablan otra lengua; pero también llevan dos estrellitas en la nariz y son gente de cuerpo bien formado; las mujeres son feas como las antes mencionadas. (...) Los Jerus llevan colgando de las orejas un aro redondo de madera, y el lóbulo de la oreja está plegado o arrollado alrededor de ese aro: esto merece la pena de verse por quien no lo haya visto. Los hombres llevan una gran piedra de cristal azul, grande como una pieza de damas, atravesando el labio, y se pintan de azul de las rodillas para arriba... Las mujeres están pintadas en forma muy hermosa desde los senos hasta las vergüenzas, también de color azul. Esta pintura es muy hermosa y un pintor de Europa tendría que esforzarse para hacer ese trabajo. Las mujeres son bellas a su manera y van completamente desnudas. Pecan llegado el caso: pero yo no quiero hablar demasiado de eso en esta ocasión" (Ulrich Schmidl, "Viaje al Río de la Plata, 1534).

Wednesday, November 29, 2006

carne cruda con hongos

I.- "Vivimos como soñamos..., solos", decíamos en el post anterior citando a Conrad. Y sin embargo, el amor.

II.- Probás algunos salames, salamines, longanizas, chorizos secos u otros embutidos de algún pueblo bonaerense (Tandil, Mercedes, Junín, Chivilcoy...) y no podés dejar de reconocer que tienen una calidad que está muy por encima de los que podés conseguir por acá en el super. Pero no todo está perdido en la ciudad: estuve comiendo el fuet Campo Austral Millenium de Campofrío; en el envase te aconsejan comerlo sin pelarlo, con la tripa y su "tradicional emplume blanco" (sí, los honguitos). Seguí el consejo y estaba buenísimo, le hace pelea a cualquiera. En ocasiones, algunos salamines y chorizos secos, que comí cuidadosamente pelados, me hicieron recordar al cammembert o al brie, y recién ahora, masticando fuet con su "tradicional emplume blanco" encuentro la relación. Caíste, Fer, caíste.

III.- "Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, lo he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre" (Cortázar, "Rayuela").

Como si te hubiese elegido, Negrita, como si no hubiera sido como un rayo que me partió los huesos, como si en vez de leerlo lo hubiese pensado, como si no siguiera estaqueado en el patio...

Sunday, November 19, 2006

Express

I.- Tratándose de meriendas, prefiero lo salado por sobre lo dulce. Lo ideal es casi una picada más que una merienda, con cerveza, vino blanco o té, aunque últimamente le doy al jugo de manzana de los chicos.
Tras un regreso de Córdoba con mi carga de bondiolas, jamón crudo, queso y chucrut, las llegadas del trabajo se transformaban en un ritual, merendando con medio litro de Isembeck y reservando el otro medio para la cena.
Con el uno a uno se conseguía un Philadelphia untable con sabor a salmón ahumado que era especial para comer con galletitas crackers, tipo Express, con un blanquito seco bien frío.
Hablando de Express, ya se transfomaron para mí en el soporte de casi cualquier cosa digna de masticar, paladear y tragar, ocupando el lugar que antes le daba al pan: 1) qué bueno untarlas con una mezcla de un poquito de chucrut con queso crema y un toque de mostaza; 2) o ponerles una simple anchoa, como mucho con un poco de queso crema; cuando las anchoas son buenas, las comería una tras otra como si fueran bombones; 3) mucho más simple, con una tajadita de manteca (o queso crema) y una pizca de orégano, tomillo, pimienta recién molida, o lo que haya.
Mejor me voy a tomar unos amargos.

II.- Estuve releyendo "El corazón de las tinieblas" de Conrad. Lo habré leído por primera vez hace más o menos cinco años y no me acordaba de casi nada. Eso es lo que me sorprende, sé bien que mi memoria es desastrosamente anárquica, que recuerdo pequeñeces que cualquiera olvidaría y olvido lo que me acaban de decir hace dos horas, pero transitar nuevamente un libro del que estoy seguro que en su momento me gustó, y que al leerlo ahora me atrapó, y no reconocer más que algún pasaje, es por lo menos inquietante.
Apenas si recordaba que tenía algo que ver con la navegación, pero mi recuerdo estaba según creo más relacionado con "La tempestad"; el que leí también hará cinco años, pero según recuerdo no me había gustado tanto.
Sí lo relaciono, después de esta segunda lectura, con el "Viaje al fin de la noche" de Céline, que si bien me gustó tampoco recuerdo demasiado del argumento, supongo que se me mezclan un poco los dos libros o quién sabe cuántos más. Había un cuento acerca de alguien que se había ido a vivir a Fernando Poo y la casa que se había hecho y la empalizada brotaban, todo crecía con una fertilidad excesiva e imparable que impedía justamente cultivar, y el tipo terminó con la salud arruinada por mil fiebres... pero no recuerdo al autor. ¿Alguien se acuerda?
Es realmente extraña la memoria, poder recordar un soneto leído hace diez años o más casi palabra por palabra, y no recordar de una novela ni siquiera cómo termina.

III.- De "El corazón de las tinieblas", subrayé varias cosas que me interesaron. No sé donde metí una vieja agenda, en la que escribí en alguna página "Heart of darkness, pág. XX", pero no volveré a cometer ese error, ahora anoté detrás del libro los números de página relativos a cada fragmento subrayado. Es decir que no le doy tregua a mi falta de memoria, aunque sea probable que la lucha esté perdida desde el inicio.
Transcribo uno de los pasajes subrayados, que encaja justo con lo que pretendo decir en este post:
"¿Lo ven? ¿Ven la historia? ¿Ven algo? Me parece que estoy tratando de contar un sueño... que estoy haciendo un vano esfuerzo, porque el relato de un sueño no puede transmitir la sensación que produce esa mezcla de absurdo, de sorpresa y aturdimiento en el rumor de revuelta y rechazo, esa noción de ser capturados por lo increíble que es la misma esencia de los sueños. [...] No, es imposible; es imposible comunicar la sensación de vida de una época determinada de la propia existencia, lo que constituye su verdad, su sentido, su sutil y penetrante esencia. Es imposible. Vivimos como soñamos..., solos".